La época de los bravos héroes, de espadas y hechicería paso de moda para dar cabida a lo importante: ¡El capitalismo! El dinero empieza a fluir en las tierras de fantasía y ahora gobierna la vida de todos y puede hacer que hasta un plebeyo de nivel uno logre vencer sin ningún problema a un feroz pulpo de veinticinco mil cabezas...si el precio es el correcto, obviamente.

Para acabar con Dragoloan debemos recorrer las distintas islas de reino y venciendo a los distintos representantes de la compañía. A su vez, cada isla está dividida en una cierta cantidad de niveles que iremos recorriendo. En cada uno debemos avanzar evitando todas las trampas que podamos y derrotando a todos los enemigos que se nos pongan en nuestro camino…¿o no es tan así?

Bueno...¡Con el poder del capitalismo todo es posible! Ya que en posesión de la calculadora mágica podemos sobornar a todo lo que se nos cruce en nuestro camino y utilizarlo a nuestro favor. Cada uno tiene una suma de dinero necesaria para que se nos una y al hacerlo, tendremos una cierta cantidad de usos para el mismo. Esto no solo sirve con enemigos sino también con las trampas que encontraremos en nuestro camino, por lo tanto, no solo tenemos que emplear nuestros puños para impartir venganza sino que tendremos que estar constantemente en movimiento, analizando la situación y sobornar a todo lo que encontremos en nuestro camino si la cosa se nos pone complicada.

 Además, toda cosa que sobornamos irá a parar a nuestro castillo donde podremos utilizarlo para crear armaduras que nos darán distintas ventajas y habilidades especiales y construir estatuas que nos darán puntos de habilidad para aumentar las características de nuestro personaje.

 La calculadora tiene otros usos también en forma de “Coin Miracles”, que nos darán una ventaja en combate como más poder de ataque, defensa, realizar ataques muy poderosos o hasta revertir un game over; todo con el hermoso poder del dinero. Lamentablemente esto tiene sus fallas, ya que la pantalla suele llenarse de muchísimos enemigos y resulta bastante complicado elegir con precisión a quien queremos gobernar, dando lugar a confusiones...y luego a nuestra muerte.