Todos tenemos un juego que se queda en nuestro corazón para siempre, por más arcaico, inmanejable, desconocido o injugable que pueda ser en la actualidad. En mi caso, ese juego es Fade To Black, pero para Leonard Menchiari esa joya era The Eternal Castle, un título perdido entre todos los juegos lanzados en 1987. Además era el precursor del género “plataformeros cinemáticos” que popularizaron juegos como Prince of Persia y Flashback. Los gráficos de Eternal Castle eran maravillosos y sus movimientos, ágiles y precisos, algo nunca antes visto, y que Leonard atesora con creces. Esto sería una historia muy común de un remaster de un juego viejo, si el juego hubiera existido en primer lugar. Lo curioso es que The Eternal Castle jamas se concibió. ¿Es un engaño? Tal vez. ¿Nos sentimos ultrajados? No sé si para tanto che. ¿Y el juego que onda? ¡Para eso está la review! Así que pasá y lee.

 The Eternal Castle cuenta la historia de un futuro muy oscuro donde una raza de alienígenas invadieron la tierra mientras una gran parte de la población del planeta se lanzó a colonizar otros planetas. Varios años después nuestro personaje Adam, o Eve si elegimos un personaje femenino, vuelve a la tierra para rescatar una valiosa IA. El valor no es solo sentimental sino que su gran capacidad de procesamiento es de gran utilidad para el enemigo. Sin perder tiempo nos subimos a nuestra nave pero a los pocos instantes de atravesar la atmósfera, somos abatidos por una de las defensas. Tras ser alcanzados caemos a unos cuantos kilómetros de nuestro objetivo, el Castillo Eterno, la fortaleza donde se encuentra la IA.

 El juego consiste en recuperar tres partes de nuestra nave dispersas en 3 regiones del mapa para poder llegar al castillo. Cada una de ellas tiene alguna condición particular como baja visibilidad, mayor uso de armas blancas o mayor uso de armas de fuego. A su vez cada región está dividida en varias secciones que funcionan como niveles donde se nos presentán distintos retos para avanzar. He de decir que cada una de estas partes del mundo transpiran mucha personalidad y dejan mucho espacio a la imaginación, por algo que mencionaré más adelante. A lo largo del juego vamos a recorrer los recovecos de la mansión de un científico caído en desgracia llena de mutantes, las calles de una ciudad llena de punks con sedientos de sangre y unas ruinas antiguas habitadas por un culto.

 Lo primero que salta a la vista es el hecho de que el juego tiene un estilo gráfico…extraño. Muchos colores chillones y poco detalle a primera vista. Esto es algo que maravillará a algunos y desconcertará a otros, y es porque usa una técnica para simular los gráficos CGA (Color Graphics Adapter) de las primeras tarjetas gráficas que se utilizaron en PC en los 80’s. Para esto el juego usa una paleta de 16 colores logrando este efecto tan retro, que realmente nos hace pensar se trata de un juego muuuy viejo. La cantidad de colores no es una limitación para nada, y The Eternal Castle hace un uso excelente de ellos para crear sombras muy detalladas y movimientos en la luz. Este efecto evoca una sensación de opresión en cada nivel que tal vez no notariamos si los colores siguieran la norma de hoy en dia.

 Además la historia es muy vaga y da pocos detalles para dejarla a la libre interpretación del jugador. En lo personal, esto no lo veo cómo algo negativo sino todo lo contrario. The Eternal Castle nos provee la cantidad suficiente de información para orientarnos a un objetivo, y deja que nosotros nos armemos la película a medida que vamos visitando cada lugar. Esto sumado a que utiliza muy bien el entorno y el contraste de colores, hace que nuestra imaginación vuele.

 Fiel al género y tomando inspiración de los grandes como Éric Chahi y Jordan Mechner, en The Eternal Castle el movimiento de nuestro personaje es muy fluido. Al principio el juego demanda un poco de tiempo para acostumbrarnos al momentum de cada acción, pero al rato ya estaremos haciendo saltos imposibles. Además mientras recorremos los niveles podemos encontrar mejoras secretas que se pueden visualizar en nuestro personaje, como un chaleco que aumenta nuestra defensa ante los golpes, una capa que aumenta nuestro sigilo, o unas botas que hace que nos cansemos menos entre muchos otros. Adam, o Eve, tiene una barra de stamina que se va vaciando a medida que corremos o saltamos y tenemos que tenerla muy en cuenta. Nuestra energia condiciona el hecho de que nos podamos agarrar de ciertas superficies, y si nos quedamos sin stamina nos podemos morir muy pronto.

 El combate en The Eternal Castle se siente un poco duro ya sea cuerpo a cuerpo o con armas de fuego. En todo el juego jamas me senti comodo y resultaba cuestión de suerte vencer a una gran cantidad de enemigos a lo puño limpio, ya que al instante me quedaba sin stamina. La reseña se realizó en Nintendo Switch y los controles para el combate se sentían un poco extraños, y cubrirse para disparar o esquivar golpes se convertía en una tarea casi imposible. Esto nos procuró una linda cantidad de “Game overs”. Aunque afortunadamente el juego no ofrece tanta dificultad y estas situaciones las superaremos sin tanto esfuerzo.

 El The Eternal Castle original existió solo en el corazón de los desarrolladores y realmente se siente que esta es una remasterización de esa idea que tuvieron y que pretendía homenajear a sus juegos favoritos, algo que sin dudas se logró y con creces.

• Gráficos únicos que rememoran al CGA de antaño
• Plataformeo muy preciso que te hace sentir que cumpliste algo muy complicado.
• Historia que hace que vuele la imaginación
• Duración correcta para jugarlo en una o dos sentadas

• Controles un poco duros
• El combate es bastante complicado de realizar
• El boss final es un poco criptico para vencer